viernes, 30 de enero de 2009

Un rato lejos del mundo

(llegada triunfal, superando la cuesta de "La Serena". Detrás de los árboles se puede ver la ruta 26)
(últimos metros con la mayor como pacer de lujo!)

Hoy vamos a hacer "doblete".
Es que se me están acumulando temas y canciones. Temo olvidarme de detalles importantes, así que he decidido unificar posts y hoy (junto al Bonus Track correspondiente) les va el relato de mis mini vacaciones en el interior de la República.

Arrancamos el sábado a la mañana, con un previsible retraso de una hora. Ni me agité.
Cuando tenés al menos 5 horas de viaje por delante, un poco más tarde o más temprano... es anecdótico.
Luego de un viaje tranquilo, llegamos a Melo: la auténtica ciudad que "nunca duerme" (NdeR: es de los pocos lugares - tal vez el único en Uruguay - cuyos boliches abren TODOS los días).
Pero para una madre deportista el peligro no es "la noche": el auténtico flagelo es el sedentarismo y el arroz con leche de mi suegra.
Afortunadamente, en este tiempo la ciudad ha ganado plazas y paseos disfrutables para hacer con las peques (factor sedentarismo: neutralizado).
Desafortunadamente, el arroz con leche de mi suegra sigue siendo exquisito y todavía no ha desarrollado una versión light...

Claro que si hablamos de "cosas-para-hacer-en-Melo", la "cosa" por excelencia es ir a la chacra.
Es un lugar mágico, bendecido con las mejores emociones humanas.
Paz, armonía, contacto con el ser propio y con los demás, observación del orden natural, disfrute del aquí y el ahora...
Hemos caminado muchas veces por sus campos, su cañaveral, el costado de sus lagos ("azudes", como los llaman allá)...
Una cosa me quedaba pendiente: correr en Melo, por la ruta hacia la chacra.

El domingo 25 estaba pautado el inicio del Dukeplan (NdeR: en próximos posts habrá comentarios al respecto) y la oportunidad era perfecta: correría los 7k que separan la ciudad de la chacra, por la Ruta 26.

(Les linkeo este mapa de rutas nacionales, para que encuentren la 26 y se hagan más a la idea)

Sólo surgió un detalle: ni bien terminé de atarme los championes, una lluvia importante comenzó a caer.
Digamos que antes de ser corredora no era muy amiga de la lluvia. O sea: sí me gustaba, pero de lejos. Como me pasa con la mayoría de los animales.
El tema ese de mojarme no me agradaba nadita.
Pero confieso que corriendo es diferente. No hay que preocuparse por el peinado ni por la ropa. El agua fresquita reanima y el sonido genera un clima único.

Marido e hijas me dejaron en el mojón correspondiente. No deja de sorprenderme la naturalidad con la que mi familia ha comenzado a vivir mi actividad.
Allí estaban: un marido, una pequeña y otra aún más pequeña... dejando a una demente disfrazada de corredora bajo una tormenta cerrada, en plena ruta.

En segundos, ya estaba empapada. Afortunadamente, el calor ambiental y mi propia temperatura evaporaban rápidamente el agua.
Me calcé los auriculares y arranqué a paso firme. Me sentía fuerte y motivada por la "aventura".
La total soledad reinante me permitió ir cantando a grito pelado, sin sentir vergüenza.

Iba espléndida y tranquila. Por la banquina izquierda y con todos los reflectivos que poseo, para maximizar la seguridad.
Sólo un detalle se me había escapado: empezaron los relámpagos.
Ay, Dió!!! Miren que a mí no me asustan las tormentas. Pero al hacer un repaso de las condiciones en las que estaba... en movimiento...completamente mojada... y con el celular encima!!! Era un imán para cualquier rayo que estuviera cerca.
Traté de tranquilizarme y de apurar el paso. No quedaban más de 2k y yo iba bastante rápido, pero algunas cuestas pronunciadas complicaban el trámite.
"La rep***a madre! Quién me manda a mi??? Por qué mie*** no puedo quedarme en casa cuando llueve, como la gente normal???".

Minutos después, todo cambió. Apenas una llovizna. Frente a mí, el cielo empezaba lentamente a abrirse y las nubes se iluminaban.
La chacra estaba a la vista, lejos aún, pero ya visible.
El resplandor se hacía más intenso, hasta que algunos rayos se filtraron a través de las nubes.
Ya veía nítidamente la gran loma de la chacra, el azude principal, con su bosque de eucaliptos...

No pude evitar emocionarme. Tantas veces hice ese recorrido en auto, que casi había olvidado el vértigo que sentí en el estómago el día que Jota me llevó a conocer "La Serena" (NdeR: tiene otro nombre, pero a mí siempre me pareció que tenía que llamarse así).
En ese instante, era como si volviera a verla por primera vez. Estaba descubriéndola otra vez.

El azude estaba lleno de aves. Con poquísima agua, por la sequía.
La lluvia que estaba terminando había animado a los patos, las garzas, los chajá.
Mientras subía la loma, me saqué los auriculares.
Ustedes dirán que estoy loca (y lo estoy), pero juro que el lugar estaba "cantando".
Sí.
El viento que pasaba por los eucaliptos y el agua, mezclado con los sonidos de las diferentes aves...y nada más. Hasta el crujir del pasto mojado al pisarlo se escuchaba fuerte.
Un silencio enorme.

Un poco nerviosos por la tormenta, todos me esperaban. La mayor sale a recibirme y recorre los últimos metros a mi lado.
Otro regalo...

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No estaba en la "playlist" elegida para la ocasión, pero visto en perspectiva es una canción hecha a la medida de este relato.
Y porque tengo ganas de recomendar una de mi banda de cabecera!

CARRETERA PERDIDA - Buitres

Vale cantar. Buen finde.

2 comentarios:

  1. ayy elba, que lindo lo que narras.. en algun punto tenemos perspectivas parecidas.. espero ansiosa las fotos... eso si..

    a mi no me da el pine para correr y cantar.. jaja

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  2. Admito que es una de esas conductas que hacen pensar al resto que los corredores estamos todos locos.
    No obstante, el hecho de reservar esta práctica para cuando no hay público, me hace sentir que todavía no he perdido contacto con ciertos usos sociales...;)

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