miércoles, 8 de abril de 2009

San Ramón Solidario: quién dijo que los corredores no servimos ni para leña?

(Trotamundos en acción apenas largada la 2ª Corrida de San Ramón: de izq a der Pingüino, Pato, Charly, Ceci, Elba Reel, Tati en su carro y Rita. Más adelante: los hermanos Kogan. Fuera de la foto, por atropellados: Flor, Barba y Zen.
Nuevamente, se agradece la gentileza de Sayago Running por dejar que hurte sus fotos)

Yo siempre digo que ante un buen argumento hay que callarse la boca. Y acatar, tal es este el caso.
Cuando empezó a circular la primera información sobre la 2ª Corrida Solidaria de San Ramón, Flor comentaba: “tantas veces nos vamos hasta el Congo a correr cualquier cosa, bien podríamos hacerlo para ayudar”. Así, con el barniz de un buen argumento, ir a correr 7.5km a la tarde del sábado pre-Turismo a un pueblo desconocido para la mayoría de nosotros, se transformó en una de las imperdibles aventuras Troteriles.

Marido accedió rápidamente a la invitación (NdeR: será tal vez para compensarme por el Turismo en “The city that never sleeps”???). Sin baby sitters voluntarias a la vista, las peques serían de la partida también.
Dada la corta distancia y carácter lúdico de la carrera, empecé a fantasear con correrla junto a la más pequeña de mis niñas. Hasta la fecha, el padre se venía negando a todas mis peticiones, las cuales empezaron en Noviembre de 2006 (mi primera 10k).
“Y podrás con el carro que tenemos?”, preguntó. “Obvio! “ fue mi respuesta, recordando mis entrenamientos veraniegos junto a la peque.
“Bueno, dale” (NdeR: confirmado, está muy culposo y me quiere compensar. Vaya a saber si es por lo de Turismo o qué herejía habrá perpetrado…).

Llegó el día y (milagrosamente) llegamos a la hora pactada al punto del encuentro: nuestro 8.
Unos cuantos Trotamundos ya se habían reunido y los faltantes estaban llegando, sumados a Zen-tella, que había arrancado en bici para aprovechar la distancia como entrenamiento.
Faltaba el Pingüino, a quien llamamos en tono cuasi patotero (el único tono que entiende) y tras amenazas varias, accedió a unirse al grupete en algún punto de la travesía.
Levis había avisado vía sms que no podía ir, lo cual liberaba un lugar en el Elbamóvil. Rápidamente nos quedamos con Ceci, que era la única que tenía comida para el viaje!

La Trotacaravana salió con Kogan a la cabeza, guiado por el Pato Volador.
Estando al borde de la siesta, un cartel anunció que estábamos en San Ramón.

Había un movimiento moderado en comparación con otras carreras, pero definitivamente extraordinario para el pueblo. Camisetas de varios equipos iban apareciendo en grupos, trotando para entrar en calor.
En la largada/llegada se había dispuesto un escenario y por los parlantes se escuchaba una interesante selección electrónica, muy apropiada para la ocasión.
Y no era lo único que se escuchaba.
Me sobresaltó una voz que agradecía a varias firmas colaboradoras. Era el locutor que acompañó el evento, y merece por lo menos el calificativo de “pintoresco”.
Su timbre de voz sonaba a los mismísimos Huevos Cartoon…si le hubiese intercalado algún “güey” a su alocución, sería imposible notar la diferencia con la célebre animación.

Del mismo lado del escenario estaban las mesas de inscripción. Evidentemente, ni la camiseta, ni los championes, ni la actitud me hacían ver como una corredora…sería por el carro con bebé adentro? Estuve parada allí un buen rato sin lograr que alguien tomara mis datos.
En cambio, varias corredoras de otros equipos pasaban y pasaban ante mis ojos, y todas salían con sus números.
Finalmente, decidí autogestionar mi inscripción. Me apoderé de la única lapicera que funcionaba y de una copia del deslinde de responsabilidad.

Ya casi sobre la hora de largada, me dediqué a ubicar el auténtico motivo que me había llevado a San Ramón: el puesto de tortas fritas. Debilidades tenemos todos.
De paso, me enteré que el recorrido constaba de tres vueltas al circuito armado en la calle principal del pueblo.
Don Pintoresco anunció a toda voz que “la gente que estábamos esperando ya llegó, así que en minutos dará comienzo la competencia”. Y apareció el Pingüino, abrochándose el número a la altura del abdomen, para disimular la hinchazón que le provocó esa obscena porción de mejillones…

Beso a Marido y a Lala, que no estaba muy convencida de los motivos por los que el carro con su hermana iba a ser parte del asunto. Todos a la largada, junto a algo más de cien personas (NdeR: es lo que decía en la mayoría de las páginas de corredores, yo soy incapaz de calcular cantidades de gente, a menos que los cuente uno por uno).
“Y vamossss a iniciarrrr la cuennnta regresivaaa… Oooonceee (NdeR: ONCE?!?!?!?) …dieeez…nueveeeee…”
Así fue que la carrera de San Ramón pasó a la historia (al menos, a la historia de Trotamundos) como la primera en que la cuenta regresiva arrancó desde el número once. La figura de Don Pintoresco tomaba proporciones de leyenda.
Largamos!
Todo el Troterío junto, aunque por poco tiempo.
Rápidamente, Mauro captó la admiración que produce un bebé en la platea femenina y se hizo con el control del carro. Tenía mucha razón Zen cuando hacía esta observación.
Efectivamente, más de uno debe estar gestionando el “préstamo” de sobrinos, ahijados o similar para trillar la Rambla. Los padres, agradecidos.
Decía que Mauro cazó el carro y no había quien se lo sacara. El problema es que el caballero corre, digamos, levemente más rápido que yo. Agotarme en la primera vuelta no estaba en mis planes.
Con la autoridad de ser la madre de la criatura, le arrebaté el vehículo y el bueno de Mauro tuvo que valerse de sus propios recursos para mantener el éxito cosechado.

El resto del Troterío rápidamente entendió que acelerar no era parte de mis plan, y los que se aburrieron de mi pasito empezaron a distanciarse. O sea, todos.
Las excepciones fueron el Pingüino y el Barba: el primero, incapaz de moverse dado el abundante almuerzo. El segundo, muy interesado en probar su nuevo chiche tecnológico, fotografiaba todo cuanto veía.
Otros, como Zen y Kogan, iban y venían entre ambos grupos de Trotamundos y llevaban el carro algún trecho.
La ocupante del rodado, a todo esto, estaba espléndida.
Miraba atentamente el entorno y a sus ocasionales “choferes”, dedicándose ya sobre el final de la prueba a emitir toda clase de sonidos guturales. Habitualmente los usa para llamar a su hermana.
Hablando de la hermana, festejó alegre la primera pasada por el circuito, pero cuando vió que la cosa seguía…no le gustó nada que la dejara ahí y siguiera con la menor. Tal fue el reclamo, que al final de la segunda vuelta paré para hacerle upa unos segundos.

Fue justamente finalizando la segunda vuelta, cuando un grupo de adolescentes se había reunido en la UTU o liceo (no lo pude identificar). A nuestro paso, comenzaron a alentar fervorosmente.

“y ahí iba el Pingüino, llevando el carro. Todo emocionado, porque pensó que los gritos eran para él. Pero, no.
En cuanto las chicas vieron al Barba empuñando su Iphone, se empezaron a escuchar las exclamaciones de ‘Barba, Barba!’. Lo reconocen en todos lados, es ‘El Uno’ indiscutido!”
(NdeR: el párrafo anterior se escribió entre comillas ya que es una reproducción fidedigna del dictado que me hizo el Pingüino. “Elba, vos en el reporte tenés que poner así: bla, bla, bla”. Lo tomo como una colaboración autoral)

“Y vamosss a darle un aplauso a esa madreeee, que corrió con su bebéeee…”
Don Pintoresco le dio una cosa como épica al asunto, lástima que nadie le avisó que todavía nos quedaba OTRA vuelta, aunque la mayoría de los competidores ya hacía rato que habían llegado y estaban haciendo cola para las tortas fritas.
“Al padre también!” le gritó Kogan señalando a José, un veterano corredor que venía al lado nuestro.
“Cla…claro que sí! Un aplauso para el padre también!” vociferó Don Pintoresco.

Ya en la última vuelta, se acercaron Zen y Rita para acompañarnos hasta el final. Se nos sumó Sabrina Zen, con quien cruzamos la línea de llegada (NdeR: ya mencioné que tiene un nombre estupendo para diseñadora de indumentaria?).
Allí nos esperaban “mis amados fans”, que siguen sin entender que hago corriendo…pero siguen. Y me siguen.

Nos abrigamos e hidratamos con unos refrescos que amablemente invitaron Kogan y Pato, que aprovechó para hacer un mini tour de compras y se llevó una bolsa de galletas de campaña y creo que algún embutido casero. Ya decía yo que debilidades tenemos todos.
Mientras, el escenario se alistaba para recibir los espectáculos musicales.
Ajenas a los preparativos, junto a Flor nos ubicamos en el puesto de tortas fritas, ávidas del criollo manjar.
Parece que la demanda los desbordó, y tras esperar unos 20 minutos, nos dimos por vencidas.
Mientras nos retirábamos me pareció ver a Tubino, esperando la torta frita con calma. Habrá tenido éxito?
Igual no me quejo: las galletas de avena que cocinó Ceci estaban exquisitas y las merendé con ganas a la vuelta.
Y nos divertimos mucho! Y comprobé (una vez más) que correr con el Troterío hace de cualquier carrera, un evento fuera de serie. Y ayudamos, con una gotita en el mar. Pero, como dice Alpino, el mar sin una gota sería menos.
Y derecho de piso hay que pagar en todos lados, así que para la edición 2010 de San Ramón…me encargo las tortas fritas antes de la carrera!

3 comentarios:

  1. Pena lo de las tortas, no le ofrezco hacerle el delicioso manjar criollo, por que en este momento estoy por empezar con la elaboración del tradicional salchichón de chocolate, no es lo mismo pero lo ofrezco...

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  2. Estimada Elba Reel, como usted dice, todos tenemos nuestras debilidades, en este caso utilizé mi experiencia y paciencia para esperar el momento indicado y conseguir las últimas 3 tortas fritas que quedaban.
    Esta carrera es muy disfrutable por el entorno tan pintoresco y el motivo solidario, aunque en el momento de la premiación me vi sorprendido cuando los ganadores recibieron un premio en efectivo, que sumado era muy similar a lo recaudado por las inscripciones(supongo que alguien lo habra donado, pero a mi me hubiera dado vergüenza recibirlo)
    Por último, la foto elegida para este RR debería haber sido la de la llegada(no nos de la espalda).

    Saludos.

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  3. Una Más!: pocas cosas tan ricas y sencillas de elaborar como el salchichón de chocolate. El tiempo de espera en la heladera lo hace poco apto para gente ansiosa como yo, por lo que se agradece su generosidad.

    Tubino: y encima consiguió 3!!! Tengo tanto que aprender...
    Escuché algo acerca de los premios, la verdad, suena muy contradictorio...que sé yo. A mi también me hubiera dado como cosita recibirlo, pero debe ser porque nunca jamás gané una carrera! Sólo sé que la gente de San Ramón quedó contenta y agradecida.
    La foto de la llegada es muy divertida, pero ésta registra dos hechos fuera de lo común: logramos llevar al Pato a nuestro ritmo (el animalito está poniendo 37.4 en 10k...) y me están viendo de espaldas. En todas las carreras yo los veo de espaldas a ustedes!!!

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