martes, 15 de diciembre de 2009

Hola, me dejan jugar con ustedes?


("Si vas a correr con nosotros, tenés que salir en la foto!", me dijo el Pingüino. Y de a poquito me fui arrimando...)

No me van a decir que nunca vieron la escena. Verano, playa, pelota, "picadito" espontáneo entre varios hombres.
Alguno que está haciendo sombrilla en familia ó que vino solo a darse un chapuzón, ve el partido y se acerca diciendo la frase del título.
Increíblemente, así fue que hace tres años me convertí en Trotamundos.

Como la mayoría sabe (NdeR: pero a mi me encanta contarlo!), mis inicios en el running fueron, digamos...fortuitos.
Gorda como estaba después de tener a mi primera hija, una buena amiga me recomendó correr para volver a ser algo parecido a la Elba pre-maternidad.
El proyecto era realmente ambicioso, sobretodo porque siempre demostré una innegable nulidad para el deporte y porque correr, en particular, me resultaba aburridísimo.
Así y todo, en haras de volver a entrar en los jeans de mi ropero, me lancé a la aventura.

Empecé sola, corriendo por las mañanas antes de que Jota se fuera a trabajar.
Y sola me fui motivando, a medida que empezaba a pasar cada vez más mojones rojos en la Rambla y los kilos bajaban casi tan rápido como habían subido.
Contra todos los pronósticos, algo que estaba destinado a un sólo fin se convirtió en la puerta para muchas otras cosas.
Correr era parte de mi vida y así lo sentí luego de aquella primera Nike.

"Y ahora, qué?", fue el inevitable pensamiento apenas cruzado el arco.
Ya estaba programada la Nativa y sería el próximo objetivo.
"Pero esto no puede ser cosa de una o dos veces al año! Debe haber gente que corre todo el año, deben haber otras carreras".
San Google, que todo lo sabe y todo lo puede, me llevó a RedCorredores y de allí llegué a la página que me pareció más completa: Trotamundos. Punto com, punto uy.
"Estos tienen toda la data! Tienen el calendario de carreras, tienen pizarra...mirá vos! Si les mando un mail, hasta me llega una gacetilla mensual. Listo! Acá mismo!"
Y allá salió el mail.
La respuesta no tardó mucho. Y venía con invitación: si quería, podía correr con ellos la Nativa, e incluso seguir entrenando con el equipo. Se reunían lunes, miércoles y viernes en el mojón del km 8, en la Rambla.
Me gustaba la idea de un equipo. No es fácil encarar sola, y leyendo la pizarra daban ganas de ser parte. Parecían pasarla bien.
Fui a la largada de la Nativa y los vi. Eran varios. Uno me llamó la atención por ser excepcionalmente alto: su camiseta decía "Pablo".
"Pablo? Será el mismo que me contesta los mails? Y qué digo? Soy Madelón, la que viene de atrevida a correr con ustedes, que se conocen entre todos y son amigos, sólo porque me dijeron por mail que si quería, estaba invitada????". Primó el pánico al ridículo y seguí de largo.
Pero seguí entrando a la pizarra, leyendo comentarios y reportes, conociendo nombres y seudónimos increíbles...
Ya sobre la fecha de la San Felipe y Santiago, las ganas de animarme a correr con ellos volvieron. Escribí otro mail contando lo que me había pasado en la Nativa, a lo que Pablo respondió renovando la invitación y pasándome el punto de encuentro para la carrera.
Estación Esso (NdeR: bueno, hace tres años atrás era una Esso!!!), Rambla y Puntas de Santiago.
Allí estaban.
No recuerdo bien que dije. Pero debe haber sido algo simpático, porque un sonriente comité de bienvenida se me aproximó.
Fotos, estiramientos, indicaciones sobre el recorrido (NdeR: "La carrera empieza después de Coimbra", aludiendo a la pronunciada cuesta ubicada a un par de km de la largada y la necesidad de aguantar el paso hasta superarla. Célebre frase que nunca más nos abandonó). Y el primer choque de manos, el primer "buena carrera para todos"...rituales todos que, sin saberlo yo en ese momento, se repetirían tantas veces después.
Me acuerdo de que me sentí muy mal en esa carrera, corrí más rápido de lo que podía y hacía mucho calor.
Mientras pensaba en abandonar, me alcanza un corredor.
"Madelón?", me dice. "Sí...", le debo haber dicho, ya ni razonaba a esas alturas.
"Soy Marcelo, soy de Trotamundos. Dale, no te quedes!"
Y ahí se quedó corriendo a mi lado. Y gracias a eso llegué, porque de verdad que tenía ganas de dejar la carrera para una mejor oportunidad.
Esa fue la primera de incontables manifestaciones del espíritu de equipo que se vive en Trotamundos...la más fuerte, más significativa y más inolvidable para mí, seguramente siempre será la Maratón de Montevideo 2009.

Hace hoy tres años, unos perfectos desconocidos recibieron a una perfecta desconocida, y la hicieron parte desde el primer momento.
Al día de hoy, además de sentirme parte, tengo la bendición de contar a muchos como mis amigos.
Mi querido Troterío: por los ratos que me han regalado, por quererme así, por todo lo vivido...GRACIAS.
Ha sido un placer conocerlos!
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A riesgo de alimentar un feo pecado como la vanidad, les cuento un suceso feliz.
El sábado pasado tuvimos la clásica Trotaparty de Fin de Año.
Es tradición que, cada año, un miembro del equipo sea ascendido al Directorio.
Más allá del reconocimiento que significa, lo más lindo fue saber que, tanto los actuales Directores como el resto de los integrantes, opinaron que ese nuevo puesto era para mí.
Espero que no me quede grande ese traje!
Salú.

3 comentarios:

  1. Ja, me reìa solo leyendo esto, porque es casi lo mismo que pensè yo cuando fuì a "saludar al 8" en plena recuperacion de la rodilla.

    Las mismas sensaciones al leer la pizarra de unos desconocidos que parecìa que la pasaban muy bien.

    El resto es historia conocida.
    Congrats Directora... ojo que el poder corrompe =;)

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  2. Me acuerdo como si fuera hoy.
    Y lo más lindo es saber que del otro lado se recuerda también con tanto cariño ese momento.
    Para los que un día, siendo apenas cuatro, decidimos autodenominarnos Trotamundos, y que luego vimos como se nos iba acercando gente, hoy amigos, los mejores, no deja de tener un significado sumamente sentido.
    Por muchos aniversarios más, salud!

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  3. Muy lindo lo que pusiste, muy feliz navidad !!Maratonista!!!

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